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Obesidad infantil: Aprendiendo a comer

 

 

Según la OMS, en todo el mundo, el número de lactantes y niños pequeños (de 0 a 5 años) que padecen sobrepeso u obesidad infantil aumentó de 32 millones en 1990 a 41 millones en 2016. Si se mantienen las tendencias actuales, el número de lactantes y niños pequeños con sobrepeso aumentará a 70 millones para 2025

A estas alturas a nadie sorprende que se afirme que estamos alcanzando unos niveles de sobrepeso y obesidad más que alarmantes. Y esto es especialmente preocupante en niños, ya que es en esta etapa de la vida cuando se adquieren unos hábitos tienden a mantenerse en la edad adulta. 

Según datos de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), en España hay un 19% de menores de edad con obesidad y un 26% de menores con sobrepeso. Cifras que son bastante alarmantes y hay que tener en cuenta que probablemente este porcentaje va a subir. En 1975 el porcentaje de menores con sobrepeso era del 5%

obesidad infantil
Estos datos, nos sitúan en los primeros puestos a nivel europeo en cifras de menores con sobrepeso, y eso, a la vez compromete la estabilidad del sistema sanitario, y la calidad de vida de las futuras generaciones. Dado que este incremento del sobrepeso lleva consigo un aumento de las principales enfermedades crónicas.

Este incremento, está directamente relacionado con el cambio de hábitos que se han producido en los últimos años. A todo esto hay que sumarle, que la alimentación de los más pequeños ha cambiado de forma drástica, hay un porcentaje importante de las calorías que consumen al día que provienen de grasas (de mala calidad y nocivas para la salud, OJO CON GENERALIZAR) y azúcares (refinados y principalmente añadidos a ultraprocesados)

¿Cómo hemos llegado a esta situación?

Este incremento del sobrepeso se debe al cambio de hábitos que se ha producido en los últimos años. La tecnología ha avanzado mucho, y los pequeños pasan más tiempo delante de una pantalla, que en la calle jugando, lo que nos lleva al primer punto, el sedentarismo. Hay que sumar a esto, la falta de educación nutricional de la población general y por otro lado, el papel de la industria alimentaria, ya que los alimentos que van destinados para ellos, no son precisamente los más recomendables, si no que alimentos con grandes cantidades de azúcares y grasas no saludables, con la finalidad de hacerlos más palatables.  Los profesionales que nos dedicamos a divulgar acerca de nutrición en muchas ocasiones somos tachados de talibanes, con afirmaciones tan inteligentes como «pues yo de pequeño comía galletas y cola cao todos los días para desayunar y estoy muy sano». En estos casos lo mejor es hacer caso omiso. Cada uno es libre de dar de comer a sus hijos lo que quiera, nuestro papel es procurar educar en hábitos saludables o,al menos, dotar a la gente de herramientas e información para que luego ellos decidan libremente. Pero la evidencia científica acerca de la correlación entre consumo de este tipo de productos y el desarrollo de enfermedades cardiovasculares es clara, no hay discusión.

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¿Cuál es la solución?

La solución es sin duda, intentar inculcar cuanto antes unos hábitos de vida saludables. Y eso se consigue haciendo que los niños realicen actividad física y lleven una alimentación saludable, que les permita disfrutar y cuidarse, para prevenir problemas de salud presentes y futuros.

Ahí van algunos consejos para que los más pequeños de la casa estén totalmente sanos:

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