Lesión del Ligamento Cruzado Anterior (LCA)
Biomecánica de la lesión del ligamento cruzado anterior y su prevención
Aunque la actividad física tenga efectos beneficiosos para la salud, debemos tener en cuenta que en la práctica deportiva existe también un riesgo importante de lesiones, cómo sucede en la lesión del ligamento cruzado anterior.
Estas lesiones deportivas aumentan a medida que crecen los índices de participación en el mundo del deporte y van seguidas de un tiempo de inactividad, con gran número de consecuencias adversas según la gravedad de la lesión, el momento en el que se produce y su evolución. Por lo que podemos entender que el concepto en general dependerá del enfoque de cada autor y del ámbito en el cual estas lesiones aparezcan.
Según Buceta (2), estas deben considerarse eventos perjudiciales por diferentes motivos o características: suponen una disfunción del organismo, conlleva una interrupción o limitación en la práctica física y de las actividades extradeportivas, suponen cambios en el entorno deportivo. Implican, en general, cambios en la vida personal y familiar.
Las lesión del ligamento cruzado anterior exige tiempo de rehabilitación, esfuerzo y dedicación, además de resistencia a la frustración y al dolor. Todo esto acompañado de experiencias psicológicas que afectan al funcionamiento y bienestar de la persona lesionada y por lo tanto a los que le rodean. Por otro lado, Fuller et al., (3) indica que las lesiones deben entenderse como un daño corporal o quejas causadas por una transferencia de energía que excede la capacidad para mantener la estructura y/o función íntegra durante el entrenamiento o competición y que requiere de atención médica o una restricción de las actividades deportivas.
Las lesiones deportivas son el resultado de la interacción de factores intrínsecos y extrínsecos (4). Además, debemos tener en cuenta las consecuencias de la lesión del ligamento cruzado anterior (tiempo de baja, futuras recaídas, reincorporación a la actividad deportiva, etc.). Los factores de riesgo se suelen clasificar en intrínsecos y extrínsecos, aunque se entiende que, en la realidad del proceso de entrenamiento-competición , se dan de manera compleja e interactiva y acumulativa (5, 6).
Ligamento Cruzado Anterior (LCA)
La lesión de Ligamento Cruzado Anterior o LCA es una lesión frecuente en la actividad física y deportiva. Aproximadamente dos tercios de las lesiones del LCA tienen un origen deportivo, sobre todo en sujetos jóvenes y activos, con una prevalencia alta: 3/10.000 habitantes y año (7).
Esta incidencia es mayor en los deportes de contacto y en aquellos que exigen giros de la rodilla, como en el fútbol, baloncesto o esquí. Las rodillas con un LCA deficiente están predispuestas a lesiones y a la aparición de signos degenerativos tempranos por lo que las técnicas de reconstrucción del LCA no sólo recuperan la función del LCA, además protegen a los meniscos y al cartílago de la rodilla.
La experiencia demuestra que una rotura del LCA implica una laxitud de la rodilla, con mayor o menor sintomatología, así como con un alto riesgo de lesiones intrarticulares secundarias que pueden incluso acabar, con el tiempo, en una gonartrosis (5).
En un estudio realizado por Zahínos et al.,(8) se evidenció que el mecanismo de lesión más frecuente se produce sin contacto (hasta un 70% de las lesiones). La rotura, se produce con una aplicación de carga en valgo, sobre un único apoyo con poca flexión de la rodilla, que, sumada a la fuerza anterior generada por la contracción del cuádriceps, produce una translación anterior de la tibia acompañada de una rotación interna, causando la rotura del LCA.
Además, Ireland (9), habla de un concepto conocido como “posición de no retorno”, consiste en que los abductores y extensores de la cadera se bloquean y la pelvis y la cadera pierden el control produciéndose rotación interna. La rodilla se encuentra en valgo y sufre una rotación tibial externa. El grupo de músculos que normalmente sostienen al sujeto son incapaces de realizar su función debido a las desventajas mecánicas y a la distensión del grupo de músculos.
Por lo tanto, todo el peso corporal se verá evidenciado en una excesiva comprensión del fémur, dando lugar a un desplazamiento posterior y medial de la tibia, debido a la gran tensión producida que no podrá ser absorbida en su totalidad por el LCA, lo que dará lugar a una rotura de este ligamento. En función de la fuerza creada, los meniscos y los ligamentos laterales podrán verse afectados en mayor o menor medida.
Prevención de la lesión del LCA
Los programas de prevención para la lesión del ligamento cruzado anterior han sido muy estudiados en los últimos tiempos, debido al gran aumento de lesiones deportivas, por lo que un objetivo prioritario será reducir ese excesivo número de lesiones, tanto de los deportistas de élite como de los amateurs.
Para elaborar un programa de prevención de lesiones completo y eficaz, deben ser identificados los factores y los mecanismos de producción de la lesión de LCA, siendo uno de sus objetivos trabajar con ángulos de rodilla superiores a 30º, para equilibrar la coactivación de los cuádriceps y los isquiotibiales al máximo, principalmente en las acciones de caídas tras realizar un salto en el cuál se ha producido un desequilibrio corporal.
Además, habrá que realizar otro tipo de ejercicios que permiten mejorar el control neuromuscular, ya que según Danielle (10), estas mejoras reducirán las desestabilizaciones corporales originadas como consecuencia de acciones como saltos, giros y frenadas, donde el deportista adopta una posición de sus segmentos corporales que no es habitual, provocando movimientos indeseados que en ocasiones llevan a producir este tipo de lesiones.
Para ello, este autor propone un entrenamiento de la agilidad durante un periodo de 6 semanas, con el objetivo de mejorar la estabilidad dinámica de la rodilla. También se han propuesto innumerables programas de prevención de lesiones, en los cuáles predominan acciones donde el control neuromuscular es el principal componente, con ejercicios de pliometría, estiramientos, entrenamiento de la fuerza de diferentes grupos musculares, equilibrio y propiocepción, técnica de realización correcta de ejercicios etc.
Estos ejercicios deben realizarse a lo largo de toda la temporada, especialmente en pretemporada durante 3 días a la semana, que se empleará más tiempo para este tipo de contenidos (11).
Se aconsejan realizar este tipo de trabajo de manera progresiva y antes del entrenamiento, con una duración de en torno a 15-20 minutos. Todo este tipo de ejercicios destinados a la prevención de lesiones, tienen también importantes efectos sobre el rendimiento del deportista, en función del deporte y del nivel deportista, por lo que estaríamos hablando de un programa muy completo con el cumplimiento de dos objetivos básicos para el deportista (10). A día de hoy, encontramos que el procedimiento más habitual una vez que se produce la lesión depende de los medios disponibles por el club o institución a la que se pertenece, el diagnostico se realizará al instante aunque para confirmar una lesión de LCA es necesario la realización de una resonancia magnética (11).
En caso de confirmarse la lesión, habrá que determinar si la ruptura es total o parcial, y si además hay otro tipo de estructuras dañadas como pueden ser los meniscos, los ligamentos o algunos cartílagos de la rodilla. Tras este diagnóstico y en caso de que la ruptura sea total, el médico optará por la realización de una operación quirúrgica para realizar una reconstrucción del LCA siempre y cuando el paciente este de acuerdo con ello. Fu y Schulte (12), realizaron una síntesis de las variables que se tratan para realizar una operación quirúrgica del LCA, entre las que destacan la edad, los objetivos futuros del paciente, el nivel del deportista, ruptura de otro tipo de estructuras de esa rodilla, inestabilidad de la rodilla, disposición de estar un largo periodo con sin capacidad funcional etc. Para realizar esta operación, el deportista debe esperar un tiempo para que la inflamación se reduzca y así evitar cualquier tipo de complicación en la operación.
Referencias Bibliográficas
- Pfeiffer, R. Y Mangus, B. (2007): Las lesiones deportivas. Barcelona. Editorial: Paidotribo.
- Buceta, J.M. (1996): Psicología y lesiones deportivas: prevención y recuperación. Madrid. Dikynson.
- Fuller, C., Molloy, M.G., Bagate, C., Bahrr, R., Brooks, J.H., Dowson, H., Kemp, S., McCrory, P., McIntosh, A.S., Meeuwissew, H., Quarrie, K., Raftery, M. y Wiley, P. (2007): “Consensus statement on injury definition and data collection procedures for studies of injuries in rugby Union”. Clinic Journal of Sport Medicine. 17(3): 177-181.
- Llana, S., Pérez, P. y Lledó, E. (2010): “La epidemiología del fútbol: una revisión sistemática”. Revista Internacional de Medicina y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. 10(37): 22-40.
- Junge, A., Dvorak, J. y Chomiak, J. (2000): “Incidence of football injuries in youth player. Comparison of players from two European Regions”. American Journal of Sports Medicine. 28.
- Cos, F., Cos, M., Buenaventura, L., Pruna, R. y Ekstrand, J. (2010): “Modelos de análisis para la prevención de lesiones en el deporte. Estudio epidemiológico de lesiones: el modelo Union of European Football Association en el fútbol”. Apunts Medicina de l’esport. 45(166):95-102.
- Miyasaka KC, Daniel DM, Stone ML. The incidence of knee ligament injuries in the general population. Am J Knee Surg. 1991;4:43—8.
- Zahínos, J; González, C. y Salinero, J. (2010): “Estudio epidemiológico de las lesiones. Los procesos de adaptación y prevención de la lesión de ligamento cruzado anterior en el fútbol profesional”. Journal of Sport and Health Research. 2(2):139-150.
- Ireland, M.L. (1999): “Anterior cruciate ligament injury in female athletes: epidemiology”. Journal of Athletic Training. 34(2): 150-154.
- Danielle R, Wilderman MA, Scott E, et al. Thigh Muscle Activity, Knee Motion, and Impact Force During Side-Step Pivoting in Agility Trained Female Basketball Players. JAT 2009;44(1):14–25.
- Grindstaff T, Hammill R, Tuzson A, et al. Neuromuscular Control Training Programs and Noncontact Anterior Cruciate Ligament Injury Rates in Female Athletes: A Numbers-Needed-to-Treat Analysis JAT 2006;41(4):450–456.