AZÚCAR: ACLARANDO CONCEPTOS
Se han escrito ríos de tinta acerca del azúcar, los consumidores nos hemos concienciado y tratamos de reducir la cantidad en nuestra dieta. Las grandes empresas han creado productos sin azúcar o con una drástica reducción del mismo respecto a la versión original. Sin embargo todavía sigue habiendo muchas dudas al respecto: ¿Por qué es malo el azúcar? ¿Son buenos los refrescos sin azúcar? ¿Tenemos que dejar de tomar fruta ya que tiene azúcar? Son algunas cuestiones que consideramos conveniente recalcar.
¿Por qué es malo el azúcar?
La Organización Mundial de la Salud, recomienda no superar el consumo de 25g de azúcar libre al día. En el concepto libre está una de las claves de todo el asunto. Aunque a nivel químico queramos simplificar todo como glucosa, el impacto metabólico del añadido sobre nuestro organismo es distinto al que provoca presente de manera natural en los alimentos (fructosa en la fruta, lactosa en la leche, hidratos más complejos en la verdura)
Al consumir alimentos con azúcar añadido, este pasa directamente al torrente sanguíneo, lo que provoca un pico de insulina para compensar ese incremento de la glucemia. El exceso de picos de insulina es uno de los principales factores para desarrollar diabetes tipo II.
Además, todo el azúcar que no se utiliza como combustible (empleado en la actividad física principalmente) se almacena en forma de grasa. Ese sobrante se acumula en nuestro organismo y nos predispone a la obesidad.
¿Por qué la fruta es buena si tiene?
En esta tendencia a «demonizar» los alimentos con azúcar, con el objetivo (no siempre acertado) de mejorar nuestra salud, han aparecido algunos daños colaterales por el desconocimiento nutricional y la mala interpretación de algunos conceptos. Quizás el más llamativo es el de la fruta. Sí, la fruta tiene azúcar, la fructosa (combinación de glucosa) es la forma principal en la que el azúcar está presente en este grupo de alimentos. Siguiendo la simple deducción, si tengo que eliminar el azúcar, y la fruta tiene azúcar, en consecuencia tendré que restringir la fruta de mi alimentación. ¡ERROR!
La fructosa (que se encuentra de manera natural y no añadida) se absorbe junto con la fibra presente naturalmente en la propia fruta. Esto hace que cambie por completo el metabolismo digestivo. Al digerirse con la fibra, su tránsito por el estómago e intestinos es mucho más lento que el del azúcar simple. Esa velocidad ralentizada hace que no se provoque un pico de glucemia elevado al pasar los nutrientes a la sangre, y en consecuencia la insulina no tenga que trabajar a tanta «intensidad». El cuerpo lo absorbe de manera más moderada y sus efectos no son ni mucho menos nocivos.
También es esencial recalcar que la fruta nos aporta agua y vitaminas, por lo que su calidad nutricional es destacable, a diferencia de cualquier producto ultraprocesado que apenas va a tener nutrientes.
Los refrescos «zero»
Cada vez salen a la luz más investigaciones que relacionan directamente el consumo de refrescos con la obesidad. Si bebes refrescos, o bebidas azucaradas mejor llamadas, tienes más probabilidad de ser obeso. Las voces expertas abogan por subir los impuestos a estas bebidas, para prevenir problemas de salud pública.
La industria de productos y alimentos malsanos se ha encargado de camuflar esos productos bajo versiones «zero» azúcar o con un menor contenido del mismo. Así el consumidor piensa que está eligiendo una opción mucho más saludable. ¿Realmente son mejores estas versiones?
Basta con observar por ejemplo la Coca-Cola, como ha pasado de potenciar un producto «Light», a destacar su versión «zero».
Es cierto que esas versiones «zero» no poseen azúcar, y su sabor depende de edulcorantes como el aspartamo o la stevia.
¿Sabías que el mayor productor mundial de stevia es la propia compañía Coca-cola?
Las recomendaciones de los nutricionistas se basan en seguir evitando estos productos, aunque no tengan azúcar por los siguientes motivos:
- No se sabe su efecto a largo plazo en relación a la obesidad. Como son productos de reciente inclusión en el mercado, no se ha podido observar en estudios de larga duración como responde nuestro cuerpo después de años de consumo.
- Seguir dando a nuestro paladar sabores artificiales tan endulzados, hace que nos predispongamos a elegir alimentos o productos con esa intensidad de sabor. Por eso aunque no estemos tomando azúcar directamente, seguimos bajo la influencia del mismo.
- Nutricionalmente no aportan nada bueno. Son bebidas que carecen de valor nutricional, por tanto consumirlas es algo que no nos produce ningún tipo de beneficio.
- No beneficia en absoluto a nuestra microbiota intestinal (nuestros “bichitos”), la daña.
¿Entonces hay que restringir el azúcar por completo?
La facilidad de alarmar a la población por parte de los medios de comunicación hace que los mensajes extremos se propaguen con una velocidad asombrosa. De pronto un día algo es fantástico y con el paso del tiempo se convierte en todo lo contrario. Así metemos en el mismo saco a cualquier alimento que contenga azúcar, aunque sea de manera natural.
La idea que transmiten los nutricionistas y médicos sin conflictos de interés, es que el azúcar libre debe consumirse de manera muy escasa (la OMS habla de un máximo de 25g/día), tratando de evitar los productos procesados y ultraprocesados que lo contengan en cantidades elevadas (refrescos, bollería, cereales azucarados, salsas…)
No tenemos que preocuparnos por el azúcar presente en los alimentos como las frutas, las verduras o las legumbres, el metabolismo es totalmente diferente. Prioriza en tu dieta la comida «real».